Existe en Londres un lugar icónico llamado Churchill War Room fue un búnker en el cuál Winston Churchill se refugiaba y trabajaba en la estrategia durante la Segunda Guerra Mundial. Este hombre estuvo en el Parlamento inglés por tres décadas y luego fue Primer Ministro.

Era un hombre ejemplar, con poder y con grandes capacidades, no obstante, algo que pocos conocen acerca de él, es que padecía de recurrentes y cíclicos cuadros de depresión. Eran cuadros que lo atacaban por unas semanas, a veces varios meses y que él les llamaba “Perro Negro”.

 En una de las cartas enviadas a su esposa, el héroe de la Corona Británica escribió:

“Creo que este hombre podría ser útil para mí, si mi perro negro regresa. Él parece estar bastante lejos de mí ahora, es un gran alivio. Todos los colores vuelven a la imagen”

E inclusive, en otro de los segmentos que se conservan de sus escritos, decía:

“No me gusta estar cerca del borde de una plataforma cuando pasa un tren expreso. Me gusta retroceder y, si es posible, conseguir una columna entre el tren y yo. No me gusta estar al lado de un barco y mirar hacia abajo en el agua. Una acción en un segundo acabaría con todo. Unas gotas de desesperación.”

En este fragmento podemos encontrar, cómo el hombre luchaba contra sentimientos de profunda depresión, por lo que prefería tener algunos límites, no fuese que la desesperación en algún momento le hiciera tomar una decisión precipitada

Hemos estado tratando en esta serie el tema de la depresión y de cómo afecta la vida de los creyentes. En este apartado vamos a ver cómo afectó la vida de uno de los hombres más influyentes en el crecimiento de la iglesia cristiana, el Apóstol Pablo.

El Dr. Edward Wech definió de la siguiente manera la depresión y la manera de trabajarla:

“La depresión es una forma de sufrimiento que no puede reducirse a una causa universal. Esto significa que la familia y los amigos no pueden apresurarse armados con LA respuesta. Más bien, deben estar dispuestos a posponer el juramento de lealtad a una teoría en particular y tomarse el tiempo para conocer a la persona deprimida y trabajar junto con ella”

Parte de los objetivos de esta serie, es la de quitar los prejuicios y entender que para salir de la depresión no hay recetas. Se necesita urgentemente estar junto a las personas, acompañarlas y amarlas para que las cosas mejoren. Porque lo principal es dar esperanza.

“Me invade una gran tristeza y me embarga un continuo dolor”. Si leemos esa frase y nos tocara adivinar el autor, muy pocos podrían acertar que proviene del Apóstol Pablo (Romanos 9, 2). Y esto nos debe hacer reflexionar acerca de cómo este problema puede afectarnos a todos en algún momento de la vida, y por ello es importante que como comunidad sepamos amar a los que sufren.

En la Biblia encontramos palabras sinónimas de depresión (desesperanza, desfallecimiento, desaliento, etc).

Existen varias paradojas que enfrentan las personas que sufren de depresión, las cuales hacen que se aún más complicado manejarse:

  • Odias el aislamiento de la depresión, pero evitas a otras personas.
  • Quieres ayuda, pero no siempre escuchas.
  • Crees que hay un Dios, pero te sientes como un ateo

En 2 Corintios 1, 3-9 Pablo nos da unos buenos parámetros para trabajar.

Pablo llama a Dios con el título de “Dios de toda consolación”. Es decir, el buen consuelo, el verdadero, viene de Dios y no de nuestra pecaminosidad como a veces tratamos de solucionar y llenar nuestros vacíos. En esa misma línea en 1 Juan podemos ver que el escritor llama a Jesús nuestro Consolador. Y Jesucristo mismo dijo que nos dejaría al Espíritu Santo que era nuestro Consolador. La trinidad es nuestro Dios que consuela en todo tiempo.

En ese mismo pasaje, en el verso 4, Pablo dice que Dios nos consuela EN MEDIO, de nuestras tribulaciones, no nos saca de ellas, sino que nos fortalece. No debemos tener una perspectiva errónea de que Dios nos va a evitar las tribulaciones, ya que Cristo no vino a quitarnos el sufrimiento, sino para compartirlo.

Y además el mismo texto nos deja claro que el objetivo de Dios es el de ser nuestro consuelo para que luego nosotros podamos consolar a los demás. Ya que cuando hemos pasado dificultades y las hemos superado, somos más empáticos con los demás, esa es parte del propósito de Dios, que, aunque no nos guste, es una realidad.

El Dios en que confiamos, es el Dios Todopoderosos, el que resucita a los muertos, y que a su vez ayuda a que pasemos a través de la obstinada oscuridad, ya que toda aflicción de nuestra vida, al ser superada nos es un sólido cimiento para nuestra fe, y una gran herramienta para servir a los demás.

El Dr. Bob Somerville, un gran maestro de la consejería bíblica, pastor y escritor cuenta en uno de sus libros (Si soy cristiano, ¿por qué estoy deprimido?) acerca de una lesión que sufrió en un viaje con su esposa, un momento en el cual se encontraba atiborrado de trabajo y estrés. En un periodo de crítica enfermedad, su esposa le dijo “Bob, estás deprimido” y eso a él le provocó un shock, ya que, siendo especialista en la materia, tendría que estar preparado para enfrentar estas cosas, pero cita lo que sentía en ese periodo diciendo:

“…la depresión me envolvió hasta el punto de que dejé de ser funcional. No tenía ningún sentimiento en absoluto, ni siquiera de ser salvo, que era lo peor— no poder percibir la gracia salvadora de Dios. Todo era negro y sin esperanza”

Inclusive toca el tema de la medicación. Nos habla de que es importante a veces, pero que lo importante es tratar la raíz de las causas de esa depresión, y para eso, Dios nos da un plan para esa esperanza.

A través de ese proceso el Dr. Somerville levantó una clínica de ayuda a personas que sufren de trastornos depresivos, y en ella tiene una rutina para tener esperanza que consiste en lo que nos habla Filipenses 4, 4-9 y es lo siguiente:

  1. Alégrate en el Señor
  2. Atrévete a la Amabilidad y Paciencia
  3. Acuérdate que el Señor está Cerca
  4. Afírmate en Oración
  5. Apártate del Afán
  6. Asiéntate en lo Excelente y Virtuoso
  7. Aplícate a Practicar lo que es Bueno

Pablo escribió esa carta a Filipenses desde un calabozo húmedo y solitario en Roma. Y tras estos puntos particulares que tan bien resumió el Dr. Somerville basado en este pasaje de Pablo, encontramos que la alegría en Dios, el contentamiento, la amabilidad, paciencia, recordar que Dios está cerca de nosotros, y que a través de la oración, sin afanes de la vida, con la mirada puesta en lo bueno y a actitud en practicarlo, serán como tal la fuente de la paz que sobrepasa el entendimiento, y que es precisamente lo que nos ayuda a experimentar ese consuelo de Dios y es una gran herramienta para enfrentar la depresión.

Y podemos cerrar con lo que nos enseña el Apóstol Pedro en 1 Pedro 1,3:

“Alabado sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva”