Rolando DÃaz nos habla de la persona que sigue a Dios: el discÃpulo. El discÃpulo deja que la palabra lo cambie, se deja moldear, enfrenta las dificultades, colabora con la obra de Dios, se congrega, obedece, da Io que tiene, se deja podar, permanece.
Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido.
2 Timothy 1:5
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